Aunque, como toda gran urbe, tiene partes más deprimidas y pobres, Sukero es generalmente un buen lugar para vivir: la gente es rica, sana y feliz por lo general. Es por eso que normalmente las bandas se forman por las peores de las razones.
Es cierto que Sukero acoge muchas, muchas culturas, etnias e identidades distintas y que no hace falta mucho para que alguien quiera convertir una pequeña diferencia en una barrera infranqueable, pero, en serio, al menos la mitad de bandas se forman no por necesidad sino porque lo ven como una forma de diversión con la que hasta puedes ganarte la vida.
Pero no es algo que deba tomarse a broma, sobre todo considerando lo fácil que es conseguir material peligroso de forma legal Sukero, el paraíso de la libertad.
Pero los hay de muchos otros tipos distintos: sindicatos criminales, grupos terroristas, milicias vecinales, cultos religiosos (de los que ya se habló largo y tendido), clanes vampíricos, equipos de mindrunners, aquelarres, piratas del metro, etc. Un sistema descentralizado y que favorece la autogestión como el de Sukero da lugar a que haya multitud de facciones y juegos de poder difíciles de encontrar en cualquier otro sitio que no estuviera en un estado insostenible de anarquía.
En efecto Sukero es un mosaico multicolor de gente dispuesta y capaz de hacer mucho daño a otra gente. Toda esa variedad solo es una cara de la moneda...
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