La ciudad-estado de Sukero es un país pequeño, pero independiente y muy orgulloso de ser libres... incluso de su propio gobierno.
Este suele ser pequeño (prácticamente mínimo), imponer leyes muy laxas y mantener prácticamente solo servicios que mantengan las libertades más básicas de sus ciudadanos, especialmente un pequeño cuerpo de policía, unas fuerzas de autodefensa, juzgados y cárceles.
¿De dónde sale el resto? ¿Quién hace las carreteras? Bueno, aquí es donde nuestras amigas las corporaciones dan un paso adelante. Gracias a su economía orientada a los servicios, sus bajísimos impuestos, un gran puerto casi sin regulaciones y un fuerte mercado financiero, en Sukero el sector privado medra como las setas en otoño y, con el paso del tiempo, el 99% de colegios, hospitales, redes de transporte, comunicaciones y similares está en manos totalmente privadas.
A veces incluso los sindicatos criminales más grandes cotizan en bolsa, porque, según lo ven los sukeritas "sí, sus actividades criminales, pero no podemos negarles el derecho al libre mercado. ¿Qué somos? ¿Comunistas?".
Y así, permanecen al borde de la anarquía capitalista y la esclavitud corporativa. Pero eh, al menos parece que el milagro del libre mercado se mantiene y la lucha encarnizada entre estas corporaciones para frustrar los intentos de monopolio de las demás no solo no hace trizas la pequeña ciudad-estado, sino que además crece.
Realmente, muníficos lectores, no soy economista ni politólogo, y probablemente a muchos esta situación os parece más absurda aún que el hecho de que además esté todo poblado de chicas mágicas y alienígenas, pero todo tiene una razón de ser. En un juego enfocado al sandbox como Sukero City solo hay dos posibilidades: hacer que todo vaya mal todo el tiempo, como en la clásica ambietación de superhéroes, o hacer que haya mil oportunidades para hacer toda clase de negocios sucios (incluso con buenas intenciones) donde las hipotéticas ganancias superen a las repercusiones de esos negocios sucios.
Eso en juegos de fantasía donde prácticamente todo es el Oeste sin ley, pero con espadas, o juegos de superhéroes donde los personajes son más grandes que el mundo y generalmente no tienen que responder ante nada que no sea más poderoso que ellos. Pero aunque parezca mentira, en Sukero City, los personajes no son como en este último caso ya que siendo relativamente de bajo poder y con un sistema letal, se verían cohibidos en un mundo similar al nuestro donde la policía siempre te pilla. Por eso al final recurrimos a una ambientación de estilo cyberpunk de ultraliberalismo rampante, que presenta una serie de ventajas.
Por un lado tenemos la desmonopolización de la violencia. ¿Recordáis que dije más arriba que el estado de Sukero solo tiene un cuerpo de policía pequeño? Eso probablemente no es suficiente para mantener seguras a más de nueve millones de personas por muy juntas que estén todas. ¿Cuál es la solución? Empresas de seguridad privadas y la legalización de medios de autodefensa como milicias vecinales. Seguro que eso garantiza todos tus derechos constitucionales...
No es que arrearle a un guardia de seguridad o a un tipo que te apunta con una escopeta por meterte en su casa mientras huyes de un magnetopulpo sea más moral que arrearle a un policía, pero a la hora de jugar un sandbox, las empreas, milicias y gente que se lo monta por su cuenta son preferibles.
Por una parte, generalmente no van a cubrir toda la ciudad, sino que van a proteger zonas concretas, por lo que si escapas de un sitio, probablemente no te pase nada si no vuelves nunca más a no ser que pongan una recompensa por tu cabeza, mientras que la policía no te dejaría vivir.
Por otra parte, esto, si hace falta, permite introducir enemigos que están más desorganizados y peor equipados que un cuerpo de policía medio. O, por el contrario, más organizados y mejor equipados. ¡Es la magia del mercado!
Además, la cosa no queda ahí, los tribunales y cárceles privados también serían una realidad. La principal ventaja de esto es que serían, en general, mucho más raros y variados, haciendo que los inevitables encontronazos con la justicia de los personajes sean más entretenidos a la Vornheim: the complete city kit.
Pero esta no es la única ventaja de que haya multitud de grupos distintos: corporaciones, sindicatos criminales, bandas, milicias, cultos religiosos, clanes vampíricos, equipos de mindrunners, aquelarres, piratas del metro, etc. Un sistema descentralizado como el que propone este tipo de ambientación da lugar a que haya multitud de facciones y juegos de poder interesantes para los jugadores que sería difícil de encontrar en una ciudad más normal que no estuviera en un estado insostenible de anarquía.
Además, al haber tantos grupos armados distintos operando en la ciudad, criminales o no, siempre hay una pequeña carrera armamentística en marcha. Favorecida todavía más por la actitud laissez-faire del gobierno, que apenas establece prohibiciones sobre las armas u otras cosas que generalmente son ilegales como sustancias nocivas o peligrosas. Ni que los hospitales fueran suyos... No obstante las cosas más brutas y peligrosas sí suelen estar prohibidas y en lugares concretos de la ciudad se pueden encontrar prohibiciones más severas impuestas por sus comunidades.
Así que en definitiva eso explica por qué desde la óptica de Sukero, las cosas importantes son solo aquellas que aumentan los beneficios, sirven como arma o se les puede atribuir importancia religiosa.
Además, el individualismo rampante de este sistema potencia también el "efecto transeúnte" por el que a la gente de por sí les importa un bledo las horribles cosas metanaturales que suceden con frecuencia y tienen a olvidarlas con un facilidad inusitada siempre que no afecte directamente a sus propias vidas.
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